Esta
democracia de masas fue particularmente innovadora por parte de Perón.
Consideraba a las “masas” como un “…todo indiferenciado…” al que debía moldear
e imponer la doctrina. Para ello, utilizaba como recurso la propaganda, en este
caso, imponiendo constantemente su ideología en todos los medios de
comunicación. Por otra parte, “peronizaba” también en las instituciones y las
convertía en su fuente de adoctrinamiento.
Sin embargo,
el recurso más valioso fue la capacidad de generar movilizaciones y
concentraciones. Esta capacidad indubitablemente fue fundamental para crear esa
unión de país y para la conversión que antes mencionábamos de doctrina de la
movilización a doctrina nacional. Perón impuesto como líder, en cada acto, como
1º de mayo o 17 de octubre o ya sea para ratificar una medida política, siempre
contaba con el apoyo de las masas. Así es como se fortaleció el lazo entre
Perón (y Evita) y el pueblo.
“…las
grandes concentraciones cumplían un papel fundamental en la legitimación
plebiscitaria del régimen, que era considerada mucho más importante que la
electoral”
El autor
hace hincapié en la importancia de generar una identidad peronista apelando a
distintos factores como Perón hablando desde el balcón, o hablar de
“compañeros”. El concepto era construir una “pasión”; que la gente lo siguiera
y lo apoyara; que sea visto como arquetipo de la patria, el pueblo, el trabajo;
que sus enemigos sean considerados antipatrias, traidores.