La idea de volver
a lo que fue “normal” en algún momento había sido totalmente abandonada, y
aquellos que estaban más vinculados con los grupos empresarios más
tradicionales, adoptaron las ideas planteadas por Pinedo 1940: estimular las
industrias “naturales”, capaces de competir en los mercados externos, asociarse
con los norteamericanos y a la vez mantener un equilibrio entre el sector
industrial y el agropecuario, del cual debían seguir saliendo las divisas
necesarias para la industria. También otra alternativa había sido planteada,
por grupos de militares durante la guerra: profundizar la sustitución,
extenderla a la producción de insumos básicos (acero, petróleo), mediante una
decidida intervención del Estado, y asegurar así una autarquía.
La solución de
Perón benefició, principalmente, al sector obrero, que constituía su apoyo más
sólido. En resumen, Perón optó por el mercado interno y la defensa del pleno
empleo.