Así como lo hacían
los sindicalistas, Perón también adoptó una estrategia oportunista. Dispuesto a
hablar con todos los sectores de la sociedad y la política, desde radicales
hasta dirigentes de las sociedades de fomento, Perón supo utilizar con cada uno
un discurso que fuera adecuado, aunque apelase constantemente a “todos los
argentinos”. Ante unos y otros se presentaba como quien podía solucionar sus
respectivos problemas, si lograba obtener el poder necesario. Es por esto que
Rouquié se refiere a Perón como un “bombero piromaniaco”, que juega con fuego,
es decir, con las necesidades de cada sector, buscando el apoyo de todos.
Aunque no fue del todo efectiva esta técnica, ya que los empresarios comenzaron
a desconfiar de él y, progresivamente, las agrupaciones patronales fueron
tomando distancia; mientras tanto, Perón acentuaba su identificación con los
obreros, su prédica anticapitalista y en su discurso desarrollaba los motivos
de la justicia social.