Una estadía en
Europa anterior a la guerra, hizo que en Perón creciese una admiración por el
régimen fascista italiano y un rechazo a lo que la Guerra Civil en España había
causado; la preocupación lo llevó a ocuparse y tomar en cuenta a un sector
actor dejado de lado para ese entonces: el movimiento obrero.
A cargo de la Dirección Nacional
del Trabajo se dedicó a formar vínculos con los dirigentes sindicales que no
fuesen comunistas; todos ellos fueron impulsados a organizarse y a presentar
sus demandas, que empezaron a ser satisfechas: se extendió el régimen de
jubilaciones, de vacaciones pagas, de accidentes de trabajo, se ajustaron las
categorías ocupacionales y en general se equilibraron las relaciones entre
obreros y patrones. En muchos casos, simplemente se trataba de aplicar
disposiciones legales que estaban siendo ignoradas. Desde la Secretaría de Trabajo
(previamente llamada Dirección Nacional del Trabajo), Perón expandía los
mecanismos del Estados árbitro, mecanismos que habían sido esbozados durante el
gobierno de Yrigoyen y a penas utilizados desde entonces.
La reacción de los
dirigentes sindicales, en un comienzo, fue de duda y desconcierto:
recientemente, ante gobiernos no interesados en desempeñar un papel mediador en
la relación entre patrones, los dirigentes habían hecho un acuerdo con los
partidos políticos opositores en el que los reclamos sindicales se fundían con
la demanda democrática. En 1942 la
CGT se dividió entre un sector más afín a los partidos
opositores, encabezados por los comunistas, y un sector más identificado con la
vieja línea sindicalista, donde se alineaban los gremios ferroviarios. La
propuesta de Perón hizo que se agudizasen discusiones ya existentes entre
dirigentes sindicales: el Frente Popular perdía atractivo a la vez que la
polarización de la guerra lo revitalizaba; las mejoras que el coronel ofrecía
eran demasiado importantes como para rechazarlas o enfrentar al gobierno. Por
lo que los sindicalistas optaron lo que Juan Carlos Torre llamó una estrategia
oportunista: aceptar el envite del gobierno pero no cerraron las puertas a la
oposición.